Ésta
os la cuento yo:
Buscando
otra cosa he encontrado en Internet esta foto:
Dicen
que la perra se llama TULA. No sé si los dueños
conocen la historia de este nombre, y de un dicho que
todavía se puede oir por Murcia aplicado a quien
se le consiente todo: "la perra
Tula tiene Bula"
En plena guerra de la Independencia, pocos meses antes
del episodio de Martín de la Carrera que os cuento
en otro lado, se desató en Murcia una epidemia
de peste amarilla, en octubre de 1811. La gente desaparecía
de las calles vertiginosamente, bien porque huían,
los que tenían a donde ir, o porque sufrían
los efectos de aquella espantosa enfermedad.
Morían
pobres y ricos, familias enteras... las calles en las
que no quedaba nadie se tapiaban para evitar el pillaje.
La
calle Bodegones, junto a la iglesia de San Pedro, era
una de ellas. Cuando murió la última mujer
que la habitaba fue tapiada sin que nadie advirtiera que
en su casa quedaba abandonado a su suerte un hijo suyo.
Al
tiempo, el cura de San Nicolás escribió
al margen del libro de defunciones de su parroquia que,
al pasar junto a aquella calle: "oimos llorar un
niño". Cuando acudieron se encontraron al
bebé junto a una perra que lo estaba amamantando.
Y
esa era Tula.
Cuando
pasó la epidemia...y los "gabachos",
cuentan los cronistas que había crecido hierba
en muchas calles, y que Tula fue adoptada y mimada por
todos los vecinos.